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Opinión

Como a Lázaro, congreso “resucita” el día sin IVA

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Juan Carlos Niño Niño – Asesor Legislativo – Escritor.

El destino del Día sin IVA es bastante parecido al de Lázaro –el ícono milagro de Jesucristo- porque los dos fueron declarados muertos, y contra todo pronóstico son “resucitados”, el uno en Betania y el otro en el Congreso, aun cuando el Mesías corría riesgos en esta población, y en este último el Pacto Histórico estaba presto a evitar a toda costa esa “resurrección” –incluso intentando desbaratar el quórum- exponiendo lo vacuo de esta “exención”, pero que responde más a la insistencia de Petro en no reconocerle nada bueno al pasado, y como lo hace cualquier mandatario colombiano –en el orden nacional y territorial- al no tener la cultura para darle continuidad a la gestión pública.

Lo interesante del proyecto de ley –aprobado en último debate el martes en la Plenaria de Senado- es que fue radicado por el Centro Democrático, encabezado por el Senador Miguel Uribe Turbay, lo que significa el “reposicionamiento” de esta bancada, al tener la suficiente incidencia como para lograr su aprobación en cuatro debates, aún más cuando el Ministerio de Hacienda se abstuvo de dar un concepto favorable a la iniciativa, y se sobreentiende que el Ejecutivo tenía las mayorías para hundirlo, por lo que se da por descontado la respectiva aprobación del Informe de Conciliación –unificación de los textos aprobados en Cámara y Senado- como también el rol decisorio que asumirá la colectividad de Uribe en la entrante legislatura.

El proyecto -con cuatro (4) artículos, más otro que adicionó el Senador José Vicente Carreño- institucionaliza “como política del Estado” el Día sin IVA, por lo que el Gobierno Nacional podrá “decretar hasta tres (3) días del año como Días sin IVA”, para “determinados bienes muebles de alta relevancia” en establecimientos comerciales físicos o electrónicos, por lo que se faculta –no se ordena- al Ejecutivo para tomar esa medida, logrando blindar la iniciativa de una objeción presidencial o ser declarada inexequible por la Corte Constitucional, porque no se le está ordenando esa exención tributaria –que causa un impacto fiscal- sino que dentro de lo discrecional del Gobierno, decida si implementa o no en determinado momento el Día sin IVA, respetando su preeminencia constitucional de ser el ordenador del gasto.

La iniciativa que “resucita” el Día sin IVA, introduce además una serie de medidas para mejorar esta jornada –acorde con los intereses del productor y consumidor- como incluir bienes e insumos del sector agropecuario, como también eximir de este impuesto preferiblemente a productos nacionales, o que al menos el cincuenta (50) por ciento se haya producido en el País, y que el consumidor pueda adquirir hasta tres (3) unidades del mismo bien, y hasta seis cuando el producto venga empacado “en pares”.

La adición más importante en la Plenaria del Senado, fue sin duda el Artículo nuevo del Senador José Vicente Carreño, en donde se prohíbe a los establecimientos comerciales físicos o digitales, incrementar el precio de los productos siete (7) días hábiles antes de cada Día sin IVA, y en caso de negarse recibir sanciones de carácter civil, comercial y penal, porque el problema es que este tipo de jornadas, son aprovechadas hábilmente por ciertos establecimientos, en donde incrementan ese día o antes el precio de los productos, por lo que terminan ganando al incrementar sus venta y sin pagarle el IVA por cada venta al erario público, perdiendo entonces el consumidor porque termina de todos modos pagando el valor de este impuesto.

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El Presidente Gustavo Petro no tendría ninguna disculpa en sancionar esta Ley, aún más cuando la misma le da herramientas inmejorables para su implementación, dándole una jornada necesaria y merecida al consumidor colombiano para ahorrarse el IVA, pidiendo a Dios que su temida Ley del Talión –ojo por ojo, y diente por diente- no sea más poderosa que reconocer una excelente iniciativa de la oposición, tomando como ejemplo la frase de quien resucitó a Lázaro: “Amaos los unos a los otros”. 

Coletilla: El martes al mediodía, se discute en último debate (Segunda Vuelta), el proyecto de acto legislativo que fija la Mesada 14 pensional de la Fuerza Pública, que tiene como autores al Senador José Vicente Carreño y el ministro de Defensa Iván Velázquez, en donde se acogió en Senado una proposición de los senadores Carreño, Humberto de la Calle y Germán Blanco, para que esta mesada igualmente incluya a personal civil o no uniformado del Ministerio de Defensa y de Policía –que no están en Ley 100- siendo Carreño el único legislador de la reserva en la historia, que logra entonces una reforma constitucional –con impacto fiscal- a favor de los miembros que adquieran la asignación de retiro o pensión.

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Opinión

¡Música, maestro!

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 Por: Juan Carlos Niño Niño – Asesor Legislativo – escritor.

El pasado martes, la Plenaria de Senado aprobó un proyecto de ley que “reconoce, promueve y fortalece el sector de la música en Colombia”, como una valiosa contribución al desarrollo y satisfacción de los derechos culturales, teniendo como autor y ponente respectivamente a los Senadores Angélica Lozano y Julio Alberto Elías Vidal.

La iniciativa legislativa –que ahora pasa a la Comisión VI de Cámara- crea un Fondo Cuenta Especial del Sector de la Música (Artículo 4), que bajo la coordinación del Ministerio de Cultura, las Artes y los Saberes, “será un instrumento financiero de apoyo a la ejecución de las políticas culturales relacionadas con el sector musical”, que tendrá como destinación la formación de agentes del Sector de la Música en Colombia (SMC), funcionamiento de redes de escuelas y emprendimientos musicales, investigación y documentación, como también procesos de asociatividad.

El Artículo 8 reestructura el Consejo Nacional de Música, que permita ampliar y ajustar las funciones del mismo, con el aspecto novedoso de “incorporar la participación de los distintos agentes del Sector de la Música en Colombia (SMC)”, mientras en el Artículo 9 se resaltan funciones como los lineamientos de política pública “para el desarrollo cultural, artístico, patrimonial industrial o comercial”, como también una proposición acogida al Senador José Vicente Carreño Castro, en el sentido de que este Consejo presente propuestas y modificaciones para fortalecer el sector musical, en los respectivos planes de desarrollo y presupuestos nacional territoriales, incluidos los diferentes planes, programas y proyectos de cada entidad gubernamental.

A la iniciativa no le podía faltar las medidas de inclusión, como reconocer “las prácticas musicales y sonoras de base comunitaria”, que emergen “de la cotidianidad, de los saberes y de las vivencias de sus territorios”, sin faltar la exención de IVA a elementos musicales “sobre las ventas los instrumentos musicales, software y hardware de edición y creación sonora”.

Finalmente, el Artículo 17 autoriza que “los instrumentos musicales podrán ser transportados como sustituto de la pieza de equipaje de mano en cabina, siempre y cuando sus dimensiones no excedan de 55cm x 35cm x 25cm o 115 cm lineales y no se supere el peso máximo establecido de 10 kg”, que aunque pareciera una medida básica y elemental, facilita de hecho la actividad de nuestros artistas, quienes deben afrontar un sinnúmero de dificultades, y ahorrarse cualquier costo termina por aumentar su beneficio personal y colectivo.

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Coletilla. A propósito del Senador José Vicente Carreño, está como citante nuevamente a un debate de control político este miércoles a las 10 AM en la Comisión Segunda del Senado, para solicitar por segunda vez a la directora del ICA Paula Cepeda, por el incumplimiento en iniciar con celeridad el proceso de levantamiento de la franja sanitaria porcina en Norte de Santander, Arauca y Casanare, como se comprometió en el pasado debate de abril en la Célula Legislativa, que igualmente fue citado por el Senador Carreño, en coordinación con las asociaciones porcinas de estos tres (3) Departamentos.

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Opinión

Consumo de alcohol: ¿un problema de salud mental en Yopal?

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Por: Juan Carlos Niño Niño – Escritor – Asesor Legislativo

Mi residencia está ahora entre las ciudades de Bogotá y Yopal -este último por motivos de salud de mi Mamá- lo que nos llevó a rentar un agradable apartamento en el Parque Las Flores en el Barrio Los Helechos, entre otros aspectos porque arrendamos toda la casa para la ampliación del Restaurante de Comida Peruana “Sebiche”, en la calle 11 con Carrera 26 (Barrio Libertador).

El ambiente en el Parque Las Flores es excepcional, no solo por la seguridad que la da un CAI de la Policía, sino que además irradia una infinita tranquilidad, con un bosque frondoso de acacios, yopos, mangos, convirtiéndose en un verdadero placer recoger del suelo los hobos de la niñez –untados de tierra y con un sabor agridulce- la magia de su luminosidad y la constante actividad física de cientos de personas, que salen a caminar o trotar alrededor del Parque, en donde ahora se unió el autor de esta Columna Dominical, escuchando con audífonos las extensas y agotadoras plenarias del Senado.

A  unos cien metros de una de las esquinas del parque, está un conocido y confortable supermercado, a donde acudo en las noches a comprar un par de cosas para la cena, después de caminar más de una hora en el parque, y es aterrador encontrar entre semana a la mayoría de personas consumiendo alcohol -no solo en la noches sino en la tardes- en donde uno se pregunta por el proyecto de vida de los mismos, que al parecer está reducido a tomar a diestra y siniestra cerveza y aguardiente –en algunos casos Ron Bacardí- sentados de manera cómoda y sin afanes en mesas con parasol, al ritmo estridente de cumbia, salsa, vallenato y música popular.

Esto no es de ninguna manera responsabilidad del establecimiento, porque sencillamente cumple con su objeto comercial –amparado por la Constitución y la Ley- sino más bien de una sociedad que ha “normalizado” el consumo de alcohol, sin importar el día y a cualquier hora, con el viejo adagio yopaleño de “tomarnos una para la sed”, porque “está haciendo mucho calor”, porque necesitamos “relajarnos”, o sencillamente porque se asoció el consumo a una manera de vivir, en donde el “precioso líquido” es imprescindible para ser feliz, cuando al contrario la embriaguez nos aleja de lo realmente valioso de la existencia, porque la claridad mental –como también el bienestar físico- es absolutamente necesario para este corto paso por la vida, desde la elemental función de respirar bien, hasta la sensibilidad de contemplar un maravilloso amanecer llanero.

Al llegar en las tardes o las noches a este supermercado, no puedo creer que personas de diferentes edades –incluso mujeres- destinan horas y horas a lo que se conoce popularmente como “el chupe”, en donde me asalta la curiosidad en cómo conciben la vida, el tiempo, el espacio, el amor, pero sobre todo si son conscientes de ser probablemente alcohólicos, porque cuando se bebe entre semana y a cualquier hora, es porque con toda seguridad se tiene un problema, la ingobernabilidad es latente, y la realidad de la penosa adicción es inevitable.

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A estas personas conviene recomendarles “pedir ayuda”, porque con el crecimiento y desarrollo de nuestra ciudad, ahora se cuenta con excelentes profesionales en la psiquiatría y la psicología, como también diversos tipos de terapia individual y colectivo, incluida la eficaz reunión diaria de Alcohólicos Anónimos, que actualmente cuenta con grupos tan tradicionales como el Casanare, o uno para jóvenes como “Mis primero cien” –un total de seis (6) grupos en Yopal- en donde se maneja la premisa que nadie bebe por beber, ni siquiera por diversión, sino porque tiene algo que le incomoda, le afecta, le ocasiona inevitablemente “un quiebre en el alma”.

Las entidades gubernamentales territoriales deben iniciar con la formulación, implementación y evaluación de políticas públicas para afrontar las adicciones –en este caso el alcohol-  en donde se inicie un proceso de formación a niños, niñas y adolescentes, para prevenir y afrontar esta penosa enfermedad del alcoholismo, como también iniciar con planes, programas y proyectos para las diferentes edades, en donde lo fundamental es dejar de ver como “normal” el consumo de alcohol, atrevernos a cambiar esta desastrosa cultura en nuestra ciudad, en donde emborracharse -entre semana y a cualquier hora- no solo es habitual sino bien visto, cuando por el contrario la ingesta de alcohol anticipa el derrumbamiento de vidas enteras.

Coletilla: Este Columnista no es ajeno a este problema del consumo, porque lo padecí en los otrora años de mi juventud, inmerso en Yopal por esa cultura “del chupe”, o la aterradora premisa de “tomarnos una para la sed”, que a finales del Siglo pasado me obligó a pedir ayuda, consolidando una vida plena y realizada –sin faltar los problemas- logrando hasta ahora no tomar una sola gota de alcohol, pero que –lo confieso- ocasionó a largo y mediano plazo ciertas afectaciones a mi salud.

Es más, a esos usuales consumidores de alcohol en el mencionado supermercado, conviene recordarle que una mala alimentación y un consumo constante de alcohol, se convierte en un detonante explosivo para un infarto, que le ocasionó recientemente la muerte a un amigo y comerciante de Yopal, por lo que aún es tiempo de reflexionar y pedir ayuda para vivir una vida en sobriedad.

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Opinión

Doy fe de la sencillez y humanidad del desaparecido senador Miguel Uribe

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Por: Juan Carlos Niño Niño – Asesor Legislativo – Escritor.

Una de las lecciones que le aprendí al psicólogo Jairo Estupiñán –quien me ayudó a superar el miedo a la famosa “Bruja de Balconcitos”- fue a concebir a las personas como seres humanos, no como entes perfectos sino como individuos de carne y hueso, con grandes aciertos y tremendas equivocaciones, porque los colombianos tenemos la tendencia de idealizar a las personas, pretender que sean seres inmaculados, probablemente como el ideal de lo que nunca seremos, porque de manera contradictoria nos reservamos el derecho a equivocarnos, incluso minimizando nuestras constantes faltas, esperando la rápida y plena absolución de la sociedad.

Los personajes de la vida pública no están exentos de esta radiografía, y mucho menos individuos tan diversos y complejos como los políticos, iniciando por ejemplo con el líder inmolado Luis Carlos Galán Sarmiento, quien detrás de esa imagen tan humana y sencilla de las campañas –atribuida a su esposa y estratega  Gloria Pachón- muchos periodistas de aquella época lo recuerdan como un Senador soberbio y distante, que no caminaba sino que levitaba por los pasillos del Congreso, lo que de ninguna manera resta su brillante carrera política, más su tremendo legado para la transformación democrática de nuestro País.

Lo confieso: siempre me han intrigado los Congresistas de izquierda –también seres humanos- porque cualquiera podría suponer que son totalmente sencillos y afables a cualquier requerimiento de un ciudadano, pero seguramente por su sentido del deber y la constante tensión que viven a diario, son en su mayoría más bien personas metódicas y podría decirse que distantes, lo que en nada desdice –al igual que Galán Sarmiento- de su convicción y constante trabajo por la Nación, pero que muchas veces son tan ortodoxos en su manera de pensar, que ante cualquier favor de un seguidor político, no dudan en responder que no se prestan para ningún tipo de “tráfico de influencias”, lo que es absolutamente entendible ante la Constitución y la Ley, pero que de alguna manera desconoce esa línea tan delgada, porque sin duda la “gestión” –siempre y cuando sea honesta- es un condimento que le da más “sabor” a la política.

La tragedia del Senador Miguel Uribe Turbay –que tuvo como desenlace su fallecimiento- ha dado para que se cuestione supuestamente lo difícil de su personalidad, en donde se atribuye cierta soberbia al legislador, incluso acudiendo a imperdonables descalificativos y epítetos, que provienen del fanatismo y crueldad de sus contradictores, pero que se alejan de la premisa fundamental de esta Columna:

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Miguel Uribe Turbay era un ser humano, no una persona perfecta, como cualquiera de nosotros, y su aparente carácter complejo provenía más de su constancia y rigurosidad en el trabajo, un hombre perfeccionista que no toleraba cualquier omisión en el trámite legislativo –establecido en la Ley 5 de 1992- y que hacia respetar sus derechos al ser de oposición, como cuando rindió ponencia negativa a la reforma tributaria o adición presupuestal, y eso es precisamente tener principios y convicciones en la vida.

A lo largo de casi tres años, tuve la oportunidad de compartir varias veces con el Senador Miguel Uribe, en donde espontáneamente me demostró su gran calidez humana, como cuando nos encontramos en un pasillo del Capitolio Nacional, y me dijo con sumo entusiasmo que había avalado un Artículo nuevo del Senador José Vicente Carreño -para su entrañable y trabajado proyecto de ley el “Día sin IVA”- consistiendo este Artículo en prohibir que una semana antes de esta jornada, los establecimientos le subieran a sus productos, por lo que no dudó en que le grabara una invitación para que se leyera mi próxima Columna Dominical sobre el tema.

Pero lo que nunca esperé fue su gesto afable y solidario -no tenía por qué hacerlo- cuando en una Plenaria del Senado, Uribe Turbay presenció la molestia con este Columnista, por parte de uno de los miembros de la Mesa Directiva, quien me pidió salir “ipso facto” del recinto –advirtiéndome que no era Senador- a lo que el Uribe Turbay reaccionó de inmediato, tomándome con amabilidad del brazo para invitar a un café, contándome de un momento a otro que pensaba radicar nuevamente el proyecto de ley del “Día sin IVA” -ajustando las observaciones de la Corte Constitucional- y que de una vez iba a incluir en el articulado la mencionada proposición de Carreño.

Lo confieso: el Senador Miguel Uribe me salvó de un momento bastante infortunado, y eso solo lo hacen los buenos seres humanos, no sin antes aclarar que volví a hablar con el miembro de la Mesa Directiva -con la intermediación del Senador Carreño- y afortunadamente todo quedó en buenos términos, porque entre otras cosas le reconocí al mismo los válidos motivos de su incomodidad.  

Coletilla: Con esa misma actitud afable y generosa, estaba el Senador Miguel Uribe pronunciando antes del atentado su discurso en Fontibón,  en donde la validez de las palabras se derrumba por la inmisericorde violencia, y que ahora se hace más latente con los agresivos cuestionamientos a su persona en las redes sociales –que caen en la degradación- lo que pone a pensar largo rato a este Columnista, en el sentido de que el Gobierno Nacional saliente, nos sumergió en un constante discordia y confrontación, que sin duda tomará muchos pero muchos años lograr superar. 

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