Opinión
El privilegio y la delicia de vivir en Bogotá
Por: Juan Carlos Niño Niño – Asesor Legislativo – Escritor.
A las 5 AM, el intenso frío paulatinamente me despierta, para divisar entre sombras las manecillas de mi viejo pero fiel reloj de pared Quartz -nunca me ha fallado en (25) años- prender el antiguo radio Sanyo y sumergirme en ese gigante y apasionante devenir nacional, escuchando cadenas radiales noticiosas tan posicionadas como Caracol y RCN –ahora La FM- pero que hace diez años enfrentan la competencia de una creciente y sustanciosa “Blu Radio”.
Ese maravilloso despertar diario en la Capital del País -nunca lo he sentido como una rutina- está desde aquel 17 de julio de 1990, cuando temeroso desperté en el pequeño apartamento 804 del Edificio Xue -en el centro, donde la tía Lucy- cuando con premura me alisté para mi primer día de clase de Comunicación Social en la Universidad de la Sabana (Campus universitario en Chía).
Fue un cambio dramático y radical en mi vida -era casi un adolescente del caluroso aire y las calles destapadas de mi amado Yopal- en donde sentía un profundo miedo no solo por afrontar tan imponente y prestigiosa universidad, sino por las miles de implicaciones de vivir en Bogotá –incluidas las económicas- que en nada descartaba la posibilidad de regresar a Casanare.
Pero con el tiempo fui descubriendo la magia y grandiosidad de Bogotá –incluso para sobrevivir repartí en Chapinero volantes de cursos para mecánico dental- entendiendo que su naturaleza es la de un león dormido, al que si no lo molestas ni lo desafías, tan salvaje animal no te hace nada, y al contrario si lo admiras, lo respetas, lo consientes, puedes disfrutar de su diversos encantos:
Una buena lectura en la biblioteca Luis Ángel Arango –primera en Latinoamérica- recorrer a pie la histórica y emblemática Plaza de Bolívar, o compartir un buen momento con los compañeros de trabajo en “el casi centenario ´Café Pasaje´ de la plazoleta del Rosario, en donde aún retumban las charlas intelectuales en los años cuarenta de hombres con trajes de paño oscuro y sombrero borsalino (…)” [tomado de mi libro de crónicas “A tugurio de ciudad”].
Una eterna discusión con mis paisanos casanareños, es sobre su costumbre de no permanecer más de un día en Bogotá, o en otras palabras casanareño que se respete, llega a la madrugada –con los pies helados- en un bus al Terminal de Transporte, se arregla con premura en uno de los baños públicos, se acomoda su diminuta maleta –con una chaqueta olvidada en el perchero de su rancho- y sale con afán a hacer las diligencias de rigor, como matricular a su hijo en la Universidad, gestionar “recursos” en los Ministerios, visitar a los congresistas del Departamento, asistir a una consulta con una especialista o hacerse exámenes en el económico IDIME –siendo otra de las ventajas de Bogotá- para finalmente en la noche estar “zampao” en un bus –como decimos los casanareños- esperando con impaciencia que el conductor de Los Libertadores, accione el arranque del flamante y gigante motor, que lo saque de una vez por todas y para siempre de esa tortuosa “nevera”, y ocho horas después despertar con el viento cálido del piedemonte en el Puente El Charte, más exactamente entre la vía Aguazul – Yopal.
Esa premura le niega una merecida oportunidad a Bogotá, con el argumento de evitar sus interminables trancones, cuando la ciudad prácticamente ha superado hace veinte años ese problema, por lo que se ha convertido más en un mito o leyenda urbana –no en la realidad- que se ha reforzado porque la actual construcción o mantenimiento de la malla vial –como es lo normal- ha detenido el tráfico fluido de la ciudad; un mito que no se distancia mucho de la errónea percepción colectiva de los colombianos –alimentada por los medios de comunicación- en el sentido de que “Transmilenio” es un constante atracadero, cuando como pasajero de ese servicio –con su fundación a principios de Siglo- nunca he tenido un solo inconveniente en mis eternos y ahora nostálgicos viajes al Congreso –el servicio se presta con relativa tranquilidad- siendo el único tiempo disponible que tengo para no abandonar la fascinante lectura de literatura.
Al retomar mi preciada rutina al amanecer, debo confesar el placer de caminar unas cuantas cuadras en el barrio Parque Central Salitre – antes de abordar la Estación Simón Bolívar de Transmilenio, antes del Campín y sobre la carrera 30- pedir a toda prisa un café hirviendo en la panadería de siempre, acomodarme mucho mejor mi viejo morral y ordenar mentalmente mi día de trabajo en legislativo, bajar con entusiasmo en la Estación Museo del Oro –en la Carrera 7 con Avenida Jiménez- saludar con alegría el antiguo edificio del periódico El Tiempo –una construcción enmarcada en la “modernidad” de los años sesenta, diseñada por el arquitecto italiano Bruno Violi- hacer una leve reverencia al sitio donde fue asesinado Gaitán, y tomar cuesta arriba por la séptima al sur, divisando al fondo el “perfil” de la Catedral Primada de Colombia y un “pedazo” del republicano y neoclásico Capitolio Nacional.
Ese recorrido ha sido testigo de los momentos más felices de mi vida, como también los más difíciles, con mis mejores y no tan buenos momentos, en donde he construido cientos de aciertos y afrontado incontables vicisitudes del trabajo, sintiendo al caminar muchas veces el placer de amar a una mujer, o como cuando en ese mismo recorrido he tomado la decisión –con el dolor del alma- en terminar una relación, siendo aún más emblemático porque en ese camino –mi camino real- tomé la decisión a finales del siglo pasado de no tomar una copa más de licor, que en últimas delineó una personalidad y una experiencia de vida totalmente sobrio, confirmando –dicho sea de paso- que no es necesaria ninguna sustancia etílica o alucinógena para encontrarle sentido a la existencia.
Para regocijo de mis queridos amigos “Petristas” casanareños –que últimamente andan muy “bravos” por mis columnas dominicales sobre las reformas el Gobierno- coincido con el Presidente Petro en el sentido de que el problema de inseguridad urbana es una cuestión de falsa percepción, atribuida por el mandatario a los intereses del “establecimiento” en minimizar o descalificar su política pública de seguridad, porque en ningún momento Bogotá es un “atracadero” en cada una de sus calles, y mucho menos que sea imposible caminar, respirar o sonreír sin riesgos en esta ciudad, por lo que no debe ser un impedimento –como habitante, visitante o turista- para disfrutar de los encantos de este león dormido, que de una u otra manera deja dormitar sin contratiempos a 10 millones de ciudadanos.
Coletilla 1: Alguna vez le pregunté a Dennis Ortiz –hermana del Gobernador de Casanare César Ortiz Zorro- que era lo que más extrañaba de Bogotá –cuando ella terminó un ciclo laboral en el Congreso- quedando estupefacto cuando sin dudar señaló que le hacía falta el agite de la ciudad, la adrenalina con la que se vive a diario, la sensación de no llegar a tiempo a ninguna parte, y rematar con algo que seguramente es bastante pedagógico para la vanidad femenina:
– Lo que más extraño –me dijo- es maquillarme con premura en un taxi, a toda velocidad, tratando de asistir lo mejor posible a una reunión, y con la molestia que ésta empezó hace 15 minutos, presentando mi documento de identidad en la portería del edificio –con un guardia parsimonioso y sin afanes- en donde un ascensor me lleva de manera lenta y con escalas al piso veinte… me encanta, concluyó ella.
Coletilla 2: La Columna Dominical tendrá un retiro espiritual de Semana Santa, y solo se vuelve a publicar el domingo de “pascua”, lo que quiere decir que no aparece el próximo domingo, esperando que esta temporada sea de recogimiento y reflexión, sin descartar –eso si- visitar los monumentos de mi amada “Atenas Suramericana”, también llamado el “León dormido” Bogotá.
Opinión
La admirable rendición de Fredy Guarín
Por: Juan Carlos Niño Niño – Asesor legislativo – Escritor.
El testimonio de Fredy Guarín es absolutamente conmovedor.
Un individuo reconociendo -hasta la médula de los huesos- que no puede tomarse la primera copa, totalmente derrotado, lo que en palabras de Alcohólicos Anónimos es admitir que “éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”.
El reconocimiento de esa “ingobernabilidad” es la clave de toda recuperación, teniendo Guarín la punta de lanza para consolidar su proceso -similar a una concentración futbolística- porque sin esa admisión se estaría condenado al fracaso, quedando ahora un largo camino por recorrer, que sin duda ha iniciado el excentrocampista del Inter de Milán, con su reciente graduación de sobriedad en la “Fundación Caminando Hacia La Luz”.
A Guarín le esperan incontables partidos, diversos campeonatos de fogueo, cientos de tiros libre y tiros de esquinas, un puñado de pases de centro campista y su espectacular tiro de larga distancia, para consolidar plenamente su vida en sobriedad, tan similar a lo que se denomina un proceso futbolístico -como diría mi amigo de infancia y fiel hincha juniorista Robert Morales- en donde el talentoso jugador debe empezar a buscar las causas reales que lo llevaron a beber, encontrar con suma minuciosidad -preferiblemente con lupa- en dónde reside el origen de ese “quiebre del alma”.
Y es que nadie bebe por beber, nadie consume por consumir, ni siquiera nuestro querido Fredy Guarín, quien aun tocando las puertas del cielo con el Inter de Milán, no fue suficiente para frenar esa enfermedad progresiva y fatal, llegando incluso con “guayabo” a los partidos, por lo que no necesariamente los logros laborales y económicos, personales o profesionales, o los grandes triunfos o reivindicaciones, son suficientes para dejar de beber, sino al contrario tanta “grandilocuencia”, se convierte en un combustible letal para consumir aún más, porque infortunadamente “una copa no basta y mil no son suficientes”.
Entre los doce (12) pasos de Alcohólicos Anónimos, está “sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos”, porque en la medida que Guarín identifique de manera exacta y veraz lo que lo llevó a beber, puede iniciar un proceso para afrontar esas causas estructurales del consumo, o en otras palabras esos detonantes emocionales, que fueron el origen o el génesis de ese consumo compulsivo.
Y Freddy Guarín sin darse cuenta -probablemente está enterado de eso- ha adelantado el octavo (8) paso de Alcohólicos Anónimos, al hacer “una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos”, porque es evidente su reconocimiento claro y directo de hacerle daño a su familia y seres queridos, y con su testimonio de abstención está reparando en algo esa afectación -incluida supuesta violencia intrafamiliar- por lo que ahora le espera una reparación más directa, personal, con hechos contundentes para demostrar y generar confianza a esas personas.
A Guarín no le espera un camino nada fácil. No es solo alcanzar la sobriedad, sino mantenerla día a día, con un arduo trabajo -incluida la reparación constante, y las reuniones de Alcohólicos Anónimos- porque la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido que el alcoholismo es una enfermedad progresiva y fatal, que se detiene pero no se cura -como la diabetes- porque en la medida que Fredy Guarín vuelva a tomar la primera copa, se dispara nuevamente la compulsividad por beber, y beber significa morir.
Coletilla: Este Columnista pasa actualmente la temporada de diciembre en Yopal -adelanto virtualmente mi trabajo en el Congreso- y no deja de preocuparme un síntoma diciente y letal del creciente alcoholismo en la Capital de Casanare:
Es ver personas de cualquier edad, condición social o situación económica, consumiendo alcohol entre semana, en horas laborales, sin siquiera esperar que sean las seis de la tarde, sin tener problemas ni pudor de estar sentado en una tienda o bar al medio día o en horas de la tarde, con mesas repletas de botellas de cerveza, con la trillada y falsa premisa de “tomar algo” para la sed.
Esa desconexión etílica -entre semana- es una prueba irrefutable que cada uno de esos consumidores “anormales”, tienen un serio y avanzado problema, no solo de consumo sino del mismo sentido de sus vidas, que se refleja en una enfermedad tan dolorosa y compleja como el alcoholismo.
Opinión
ABC del presupuesto bienal de regalías 2025 -2026
Por: Juan Carlos Niño Niño – Asesor Legislativo – Escritor.
Lo confieso: nunca he entendido la función del Presupuesto Bienal de Regalías.
Si la distribución de estos recursos está tan claramente definidos en la Constitución y la Ley -con reformas que atentaron contra las entidades territoriales productoras- está por demás fijarlo en una disposición legal, que más parece una medida preventiva del Poder Central -desde hace quince años- para no perder el control de esos recursos, que de hecho le pertenecen a la instancia territorial.
Esta figura implica senda discusiones en Comisiones Económicas y Plenarias de Cámara y Senado, en donde paradójicamente es poco o nada lo que pueden hacer los legisladores de las entidades productoras, porque en últimas el proyecto de ley es prácticamente inmodificable, se mantiene casi intacto al inicialmente radicado por el Gobierno Nacional –en la Plenaria de Senado se dejaron todas las proposiciones como constancia- sin dejar de mencionar que su contenido es superfluo, en ningún momento contempla planes, programas y proyectos, sino que se reduce a criterios de distribución y a los respectivos montos presupuestales asignados.
El mencionado Presupuesto estaría dentro del conjunto de medidas para “centralizar” las regalías, al lado de los conocidos y lamentables OCAD, en donde cualquier delegado del Gobierno Nacional tenía voz y voto en la inversión de las regalías, incluso asumiendo un rol más decisivo que los mismos alcaldes y gobernadores, lo que se convirtió en una escena bastante “humillante” para nuestros líderes locales, y sin duda a la comunidad territorial como un todo.
Ese panorama desolador se hizo menos gravoso, con la modificación constitucional y legal de las regalías, que se adelantó con un proyecto de acto legislativa del entonces Representante Cesar Ortiz Zorro -al que posteriormente se le acumuló otro del Gobierno de Duque- en donde participaron activamente congresistas como Jaime Rodríguez, Jairo Cristancho y José Vicente Carreño, siendo este último autor de una proposición previa para que se eliminara el OCAD para las regalías directas de los Departamentos y municipios productores, que incidió además para que casi la mitad de los recursos regionales no se sometieran al trámite de este órgano colegiado, pero subsistiendo esta controvertida y dudosa figura del Presupuesto.
El Presupuesto Bienal del Regalías 2025-2026 -que fue aprobado la semana pasada por Plenarias de Cámara y Senado, y pasa ahora a sanción presidencial- asciende a un monto total de 26 billones de pesos: 766 mil millones de pesos para administración del Sistema, más el Sistema de Seguimiento, Evaluación y Control, siendo estos dos ítem bastante cuestionados por su eficiencia y eficacia –entre esos el seguimiento y control a la exploración y explotación de yacimientos- como también un presupuesto de inversión de 23 billones de pesos para inversión; un billón de pesos para ahorro del Sistema, que casi siempre es desembolsado a posteriori en una ley de última hora, y con el fin de solucionar “como sea” un faltante o contingencia fiscal de los municipios o departamentos.
Coletilla: Este martes en la Plenaria del Senado, se discute un proyecto de ley sobre el acceso a baños públicos para personas en situación en discapacidad –restándole también el trámite en Cámara- en donde los establecimientos que se nieguen a prestar el servicio, serán multados por las autoridades competentes, para lo que el autor y ponente JP Hernández, acogió una proposición del Senador José Vicente Carreño, para que a las personas afectadas se les entregue –en el menor tiempo posible- las herramientas físicos y virtuales para presentar su respectiva queja.
Opinión
Se aproxima publicidad política en emisoras comunitarias
Por: Juan Carlos Niño Niño – Asesor Legislativo Escritor
Una de las decisiones inexplicables del Legislativo, fue esa que autorizó la propaganda o publicidad política en el servicio de televisión y radio difusión comunitaria, única y exclusivamente para las elecciones presidenciales -en el trámite de la estatutaria Ley 996 de 2005 o Ley de Garantías- dejando por fuera las campañas territoriales o al Congreso de la República, más exactamente en el Parágrafo del Artículo 24 de esta disposición legal, que entre otras cosas no recibió objeción alguna de la Corte Constitucional.
Lo curioso es que ni en las ponencias, ni mucho menos en los cuatro debates del proyecto de ley, se explicó el porqué de esa omisión, aún más cuando se sobreentiende que una disposición “estatutaria” como ésta -en donde se autoriza la pauta de las elecciones presidenciales en las comunitarias- tiene trascendencia o repercusión en el ámbito local, lo que significa que “tácitamente” las campañas regionales y del Congreso están autorizadas para pautar su publicidad política en las emisoras comunitarias.
En esa dirección, está un proyecto de ley que fue aprobado en primer debate por la Comisión VI del Senado -tiene como ponente a Esteban Quintero, y autor a José Vicente Carreño Castro- en el sentido de que “en las campañas electorales al Congreso de la República, gobernaciones, asambleas, alcaldías y concejos municipales y distritales, y Juntas Administradoras Locales (JAL) se podrá transmitir divulgación política o propaganda y publicidad electoral a través del servicio de televisión y radio difusión comunitaria” (Artículo 1), y conforme a la mencionada Ley 996 o Ley de Garantías Electorales.
La iniciativa legislativa tuvo tanta aceptación en la Comisión VI, que no solo fue respaldada por todas las bancadas –incluido el Senador del Pacto Histórico Robert Daza Guevara- sino que se acordó con los Senadores José Vicente Carreño y Esteban Quintero -autor y ponente respectivamente- incluir en la ponencia para segundo debate –que se radica mañana lunes- una proposición de la Senadora Conservadora Soledad Tamayo y otra de la bancada del MIRA, que sin duda enriquece y estructura aún más el contenido del proyecto, logrando además darle sostenibilidad técnica y financiera a la emisoras comunitarias.
Es de lamentar que por casi veinte (20) años, el Ministerio de las TIC se opuso a esta iniciativa -Carreño con perseverancia y disciplina la ha presentado tres (3) veces- argumentando esta Cartera que el elemento “político” podría distorsionar el fin social de las comunitarias, incurriendo entonces en una contradicción constitucional, en el sentido de que nuestra Carta Magna es “política” (Constitución Política de Colombia), y esta palabra etimológicamente es un sostén de nuestra democracia (es el Verbo de una actividad proselitista), por lo que no tenía sentido “satanizar” la deliberación electoral, que entre otras cosas expone ideas y propuestas para gobernar, o incluso legislar.
El año antepasado, el Ministerio de las TIC finalmente reconoció que las campañas regionales y al Congreso, si pueden pautar propaganda o publicidad política en las emisoras comunitarias (cuñas), con la respectiva expedición de la Resolución 2614, en donde textualmente dice que “a través del Servicio Público de Radiodifusión Sonora comunitario podrá transmitirse publicidad, divulgación política y propaganda electoral”, apelando también a desarrollar el espíritu de la mencionada Ley de Garantías Electorales, por lo que este proyecto de ley busca darle una estabilidad permanente a la medida, o en otras palabras blindando legalmente este derecho adquirido de las mencionadas frecuencias radiales.
Coletilla: Esta iniciativa legislativa le proporciona a un salvavidas económico a las emisoras comunitarias, porque le permite tener unos ingresos adicionales en época de elecciones, que en nada afecta a las estaciones radiales comerciales, por la elemental y fácil suma aritmética, en donde las campañas políticas van a mantener intacto el presupuesto en su “plan de medios” para estas estaciones, y al contrario se puede fortalecer y promover la propaganda o publicidad política pagada, incluso con una válida y estratégica alianza entre las emisoras comerciales y comunitarias.
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